Antiguos escritos

Invocación


Seis llamas rodeaban la copa donde conjurarás la muerte que sucede. Y tres almas te preguntarán mientras, qué estarías haciendo entonces cuando ellas escaparon. Tu miedo se refleja en tus ojos que dicen que el fuego de tu corazón es azulado. Correr no sirve de nada en una casa sin ventanas donde el aire mueve los cabellos y un olor paraliza tus manos. 

Los fantasmas de la noche pintan su nombre a tu alrededor, atienden tu llamada con la voz de la tormenta que rompe el cielo. Y negrura sin luz ves arriba y abajo, andas sin estrellas; una única que grita, mortifica tu triste mirada. Y una dorada esfera anuncia la hora trece y te invita con fria amabilidad a observar tu anudado futuro. Algo menos para descansar... tu destino limitado y tu vida cantada en boca del terror. 

Escarvas para escapar las entrañas del mundo, pero sabes que no hay forma que te salvará de ese cruento infierno, cuyas puertas ansiabas abrir. "Maldita la idea y la Luna que me iluminó, ánimas de la oscuridad que ahora embargan mi ser, no se apiadan de mi. Dolor en mi pecho, rostros de ira despojarán la piel de mis manos. Ira en corazón." -pensarás. 

Llora una única lágrima que significa resignación. Cierra tus ojos al túnel que se acerca. Hay humo en el agua y eso te dolerá. Un hombre sin párpados todo lo ve y no llamas traidor al que con tiempo te avisa. Abre la puerta de la inmensa oscuridad recogiendo la llama líquida que busca un escondido calor. Ella gime y se lamenta del tiempo encerrada en una cúpula de negro cristal. Allí encontrarás llorando al alma que perdió tu pecho antes de empezar a conversar. Pero ya es demasiado tarde, mira cómo se va, vomitando tu sustancia y renegando de tí. Encadenado con fino hilo de fuego invisible, ya no puedes gritar más. Sombra pierdes en tu intento por vivir. Sin huella, sin ojos, a cada paso tu imagen se va... 

Ahora ya puedes morir retorciendo el sonido con el que tu voz se atreverá a hablar, maldiciendo tu error que te recuerda la fatídica deuda que pagar deberás, hasta que anunciado sea el fin de tus últimos días.

Nehru B. (1998)


Haemorrage

Imagina un mundo azul en el que puedas comer sangre. Imagina otro suelo roto de fuego bajo tus pies sin planta. Mira un cielo con un gran sol helado: mira con miedo. La mente y tus ojos se unen en tu corazón para darte lo que no te mereces. Y unas lágrimas rojas brotan luego del iris de la vida, porque no es tuya, mentiroso.

Si no entiendes no lo podrás ver, pero está tan cerca,... Porque es mi mundo, y puede ser el tuyo si quieres, pero no lo podrás ver. La inutilidad te ciega; delante, delante, delante, es divertido ver cómo te pierdes en la esfera muerta.

¡Despierta! que estás en mi pesadilla, que es mi sueño dorado, que es tu cuerpo ensangrentado, comida de cuervos blancos, y comen en tu cabeza, los hijos de tu alma. Los hijos de tu alma...es tu futuro y ciego que no vives, observa lo azul, lo todo que no puedes pisar con esos pies de plomo que te hunden en el barro y te llevan al Gran Lago. Miras su color y no lo entiendes, porque pensabas que no existía el agua roja.

Sabes que no puedes beberla, pero quizás deberías: de tu boca mana.

No cortes la hemorragia que a mis dedos salva. Despierta y sigue soñando, así es mi realidad. 


Nehru B. (1998-1999)

  

Enjuiciandonos podremos algún día reconocer la verdad de nuestra esencia; nuestra vida consumada será testigo del penoso batir de alas de nuestro corazón que, abtrayéndose al completo de lo que un día fuimos, salvarse intenta del dramático fin que acontece a lo mortal.

Si polvo fuimos puede ser que así lo volvamos a sentir, rozando puramente el tacto que nos devolverá.

Pensando entonces en las últimas ideas que podrá, nuestra mente aceptará la derrota impuesta, no consiguió ganar la partida que libertad hubiera así otorgado a la persona, no consiguió ser la fuente de vida que alimentara nuestros actos.

Recluído al fin, la condena es una verdad que se hará presente, mas los ojos de quien sin mente y corazón pretenden entender ya no son sino lo que el alma se lleva consigo. Quizás los que lloren lo hagan por lo que se queda y no por lo que se fue sin llegar a ser. 

Nehru B. (9/1999) 

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